La gama de propuestas recientemente anunciadas por la Unión Europea no ha dejado indiferente a la cadena de suministro. Concretamente, el transporte terrestre y aéreo, a través de IRU e IATA, han querido posicionarse al respecto del paquete Fit for 55, dirigido a reducir las emisiones de CO2 en un 55 por ciento de cara a 2030, con la meta final de hacer que los países miembros sean climáticamente neutrales para 2050.
A pesar de que para Raluca Marian, directora de IRU para la defensa de la UE, el objetivo de estas nuevas medidas debería ser “crear más y nuevas oportunidades para que la industria del transporte por carretera cambie a tecnologías de combustibles alternativos”, económicamente viables, en su opinión, la Comisión también está intentando “encarecer el sector”.
Doble impacto en la carretera
“IRU no quiere ver un aumento desequilibrado de los costes generales para la industria sin un cambio para mejor, dado el impacto negativo en la movilidad colectiva, el comercio y la competitividad de la UE”, agregó.
Si bien la imposición de la energía basada en el contenido energético y el rendimiento de las emisiones de CO2 podría ser positiva, combinar esto con el comercio de emisiones del transporte por carretera “significa que los operadores pagarán el doble por las emisiones”.
“Este es un enfoque injusto y, en última instancia, ineficaz para reducir las emisiones de CO 2 en el transporte”, dijo Raluca Marian. “Todos los modos de transporte deben recibir el mismo trato en términos de impuestos e incentivos sobre la energía y las emisiones. Estas propuestas contienen demasiadas fuentes de distorsión y discriminación de la competencia”.
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Sesgo tecnológico
La mayor preocupación de IRU es el considerable aumento de costes debido a todas las medidas anunciadas y su falta de neutralidad tecnológica.
“El marco fiscal de la energía revisado aumentará la carga fiscal para los combustibles más utilizados en el transporte comercial por carretera en la actualidad. Además de esto, las empresas de transporte por carretera pagarán la factura del comercio de emisiones en la gasolinera. Y, si se confirma el acuerdo actual de Euroviñeta, los Estados miembros de la UE podrían agregar otra capa de carga de CO2 además de eso”, explicó Raluca Marian.
“La industria está ansiosa por cambiar a combustibles alternativos, pero no todos los segmentos de mercancías por carretera comerciales y transporte de pasajeros pueden hacerlo fácilmente porque, a corto y medio plazo, las tecnologías de combustibles alternativos no serán operativamente viables para servicios pesados de larga distancia”.
La carga aérea se suma a la cautela
Por su parte, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) advirtió que la dependencia de los impuestos como solución para reducir las emisiones de la aviación en la propuesta de la UE es contraproducente para el objetivo de la aviación sostenible.
Para esta, la política de la UE debe apoyar medidas prácticas de reducción de emisiones, como incentivos para combustibles de aviación sostenibles (SAF) y la modernización de la gestión del tráfico aéreo.
“La aviación está comprometida con la descarbonización como industria global. No necesitamos persuasión o medidas punitivas como impuestos para motivar el cambio. De hecho, los impuestos desvían dinero de la industria que podría respaldar las inversiones para reducir las emisiones en renovación de flotas y tecnologías limpias”, aclara Willie Walsh, Director General de IATA.