Desde la tan ansiada PlayStation 5 hasta los cepillos de dientes, pasando por lavadoras y despertadores, hoy en día los chips son parte esencial de nuestras vidas. Sin embargo, desde 2020, la cadena de suministro global viene arrastrando el reto de la escasez de semiconductores que, lejos de encontrar una luz al final del túnel, supone ahora una doble amenaza.
Así lo han señalado expertos como Glenn O’Donnell, vicepresidente y director de investigación de la consultora Forrester, encargado de estudiar la evolución de esta crisis que ha denominado como “chipageddon” y que, tal y como apunta, ya no solo afectará a la industria automovilística, sino que dejará notar sus efectos sobre otros sectores, como la telefonía.
Además, y rompiendo con los pronósticos anteriores, que señalaban el final del 2021 como un punto de inflexión que llevaría a la recuperación de estas cadenas de suministro, el directivo ha lanzado una advertencia: “Debido a que la demanda seguirá siendo alta y la oferta seguirá limitada, la escasez durará hasta 2023”.
O’Donnell espera que la demanda de PC, que contienen algunos de los chips más avanzados, «se ablande un poco» el próximo año, pero «no mucho».
No solo en la logística de las cuatro ruedas
Por su parte, expertos como Patrick Armstrong, CEO de Plurimi Investment Managers, también ha apuntado que debe levantarse la mirada y ver más allá de los efectos inmediatos que este problema de suministro está generando en las cadenas globales, con un efecto especialmente desastroso sobre la industria automovilística.
“No son solo coches”, explica, “también son teléfonos y muchos otros productos que ahora tienen muchos más chips de los que tenían en el pasado”.
Por su parte, el mayor fabricante de chips del mundo, TSMC, ha asegurado que la demanda que la cadena de suministro automotriz ha acumulado será satisfecha este mismo verano, aunque, para expertos como Armstrong esta afirmación es “demasiado ambiciosa”.
¿Replantearse la cadena de suministro?
De mantenerse esta situación, los expertos pronostican que sean varias las industrias que reformulen sus modelos logísticos, como ya han comenzado a hacer algunos fabricantes de automóviles.
El nuevo planteamiento supondría la revisión inmediata de la cadena de suministro tradicional de estos materiales, basada en el modelo “just in time” o “justo a tiempo”. Este sistema ha sido el que, durante años, ha permitido a los fabricantes de automóviles jugar con los márgenes de beneficio, adaptando su oferta de manera inmediata para afianzar su posición en la competencia por las ventas.
Sin embargo, ante los cuellos de botella ya ocasionados, así como las previsiones de cara a los siguientes meses, fabricantes como Mercedes-Benz, Daimler y Porsche se han sumado al estudio para la reformulación de sus cadenas de suministro.
Todo apunta, por lo tanto, a que los fabricantes alemanes estarían preparando su operativa para albergar un stock de seguridad, es decir, el acopio de estos materiales de forma que se garantice la producción incluso cuando se produzcan cuellos de botella ante la falta de estas materias primas.